La acusación contra Piñera: el fin de las certezas
Aunque se hablara de que la arremetida para destituir al Presidente no tenía mayores opciones, desde la noche del miércoles en el oficialismo se logró instalar cierto nivel de incertidumbre.
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La oposición confirmó esta semana que, pese a sus divisiones, conserva la capacidad de hacer daño al gobierno. En 24 horas asestó un durísimo golpe –¿terminal?– a la carrera política del exministro del Interior, Andrés Chadwick, el hombre fuerte y de mayor confianza de Sebastián Piñera en sus dos gobiernos. Luego, logró que se debatiera en la Sala de la Cámara de Diputados una acusación constitucional contra el Presidente que contó con el respaldo de 11 parlamentarios, aunque la arremetida legislativa que buscaba la destitución finalmente fue rechazada. Por 79 votos contra 73 -solo seis de distancia–, se aprobó “la cuestión previa” y no se alcanzó a entrar al fondo del asunto. Era predecible que sucedería, pero en estos tiempos nadie da por hecho nada. Lo de las últimas horas quizás representa una de las mayores lecciones en el marco de la crisis: no existe ningún tipo de certezas para La Moneda y menos en el Parlamento.
El gobierno arrancó la jornada de ayer herido de gravedad. La caída de Chadwick dolió en Palacio y representó un nuevo tropezón. Por una parte, resulta evidente la plena identificación del Presidente con su exministro y primo, con quien Piñera tiene una relación de irrestricta confianza política y personal. Por otro lado, la votación del Senado contra Chadwick provocó serios coletazos en las filas del oficialismo: la UDI, la casa política del exsenador, resintió con fuerza su derrota y apuntó a lo que fue considerado un mínimo compromiso de La Moneda por salvar al que fuera el jefe del comité político hasta el pasado 28 de octubre. Esta rabia de la UDI apuntó a todo el Ejecutivo, pero especialmente a su reemplazante en Interior, el ministro Gonzalo Blumel.
Existen varias lecciones para La Moneda en la presentación y discusión de ambas acusaciones constitucionales. A partir de esta semana, el Ejecutivo difícilmente podría confiar nuevamente en que miembros de la exConcertación le tenderán la mano en momentos delicados. Como todos los políticos –especialmente los parlamentarios– en este particular contexto son altamente vulnerables a las críticas de su sector. En el caso del senador José Miguel Insulza, por ejemplo, no sirvió de nada la cercanía con Chadwick. El parlamentario PS –que fue atacado a fines de noviembre en el norte– el miércoles optó por cuidar su capital político y votó a favor de la acusación contra el exministro UDI.
En la misma línea, entre las certezas perdidas se encuentra el comportamiento de los diputados. Si bien algunos congresistas habían apoyado proyectos del gobierno a pesar de la reacción adversa de una parte de la oposición, en la acusación contra Chadwick no estuvieron dispuestos a pagar nuevos costos. Fue lo que sucedió con el DC Daniel Verdessi. El médico cirujano era uno de los cinco miembros de la comisión revisora de la acusación constitucional contra Piñera. Era la mayor esperanza de La Moneda para que el libelo fuera presentado en la Sala de la Cámara con una recomendación desfavorable. Pero si bien Verdessi se había cuadrado con el gobierno en proyectos como la reforma tributaria, el TPP11 y el control preventivo de identidad, en esta ocasión aprobó el informe previo de la acusación y, por lo tanto, rápidamente La Moneda comprendió que no tendría su respaldo para aprobar “la cuestión previa” (como efectivamente sucedió, porque fue parte de los 73 votos en contra).
Por lo tanto, aunque por mucho que de antemano se hablara de que la acusación contra el Presidente no tenía mayores opciones –de hecho, hubo varios dirigentes destacados de la oposición en el Senado que rechazaron la arremetida del PC cuando fue presentada, como Carolina Goic, Isabel Allende y el mismo Insulza–, desde la noche del miércoles en el oficialismo se logró instalar cierto nivel de incertidumbre.
Porque, efectivamente: si bien la caída de Chadwick permitía descomprimir el ambiente al tener la oposición una víctima de tonelaje político –chivo expiatorio, escribieron algunos– solamente que se debatieran los fundamentos de la acusación representaba un nuevo momento complicado para un presidente en problemas. A 56 días del estallido, Piñera no logra repuntar en las encuestas, no existen certezas respecto de los autores de los graves ataques a la infraestructura pública y privada –en especial, del metro Santiago– y aún el Ejecutivo no da con las propuestas que permitan pensar que la crisis se encuentra superada.
Entre los 79 parlamentarios que permitieron aprobar “la cuestión previa” y desechar la acusación contra Piñera se encontraban Pepe Auth y René Alinco, que votaron en forma congruente con su independencia. Dos radicales, Carlos Abel Jarpa y Fernando Meza, con los que el ministro Blumel conversó antes de la votación (lo que hizo fue “persuadir con argumentos”, comentó luego el titular de Interior). Para el gobierno fueron fundamentales, a su vez, cuatro votos de la DC: Matías Walker, Jorge Sabag, Miguel Ángel Calisto y Manuel Matta. Fue un incendio que se logró desactivar y solo a horas de que la misión de DD.HH. de Naciones Unidas –liderada por la expresidenta Michelle Bachelet– publique hoy su informe sobre Chile.